Época: Barroco1
Inicio: Año 1600
Fin: Año 1700

Antecedente:
Barroco, un término adherente y cabal

(C) Antonio Martínez Ripoll



Comentario

Ante este panorama general de bloqueo político y de estancamiento socioeconómico, en el que el obtuso conservadurismo obscurantista de no pocas de las instancias del poder, civil o eclesiástico, tendían a una política de represión y control del pensamiento, la postura de los intelectuales seiscentistas fue la adhesión al poder, la aceptación o la frustración. No puede decirse que las actitudes prevalentes fueran la oposición o la lucha abiertas. Casos los hubo, es cierto. Mas, ante morir en la hoguera como G. Bruno (1600), ser encarcelado veintisiete años como T. Campanella (1599-1626), o sufrir el repetido y vejatorio acoso del Santo Oficio romano como Galileo (1611; 1616; 1633), no fue el compromiso o la lucha abierta la actitud elegida, sino la pasividad indigna, la vía del "viver cauto (che) ben s'accompagna con la puritá dell'animo" (Torquato Accetto, "Dissimulazione onesta", 1641).En el campo de la creación literaria, ante la estrecha vigilancia a que se veía sometida, el resultado de ese vivir cauteloso y prudente fue evitar, en constante "dissimulazione onesta", los temas políticos y sociales comprometedores o los contenidos religiosos y filosóficos muy resbaladizos, centrándose la atención de los escritores en los más peregrinos, insignificantes o despreciables objetos, situaciones, afectos y personajes: una incauta mosca que cae en el tintero del poeta, la belleza de una joven mostrada en medio de un ajusticiamiento atroz. Y de ahí, al realismo literario, donde es refinado encontrar lo bello en donde socialmente se depura lo feo.En el entorno del arte, encontramos algunas analogías, que en el plano de lo cualitativo se manifiestan en el intervencionismo de la Iglesia (los poderes laicos no se quedaron al margen, ni mucho menos) sobre los contenidos y la inspiración de los modelos expresivos, con el fin de controlar la adecuación de su iconografía a la ortodoxia.